jueves, 9 de octubre de 2014

Historia de Syera

¿Es el destino una fuerza inamovible, o solamente el origen de la propia historia?

Nacida en uno de los más antiguos y conocidos clanes Varisios, Syeria estaba marcada desde el primer momento para ocupar el lugar de su madre, el de su abuela antes que ella, como guía espiritual y voz de los antepasados del clan Linareia; todo su linaje, incluso los varones de la familia, han tenido siempre un don para escuchar la voz de los antiguos antepasados Varisios, para entretejer los viejos conocimientos de su hogar ancestral con las canciones y la danza. Moviéndose a lo largo y ancho de toda Varisia, han buscado y reunido pedazo a pedazo el antiguo legado de los suyos, el conocimiento perdido a lo largo y ancho de su vasto hogar.

Y desde el mismo momento de su nacimiento, la maldición del oráculo se hizo presente en las blancas pupilas de Syeria; los dioses arrebataron al bebe la visión del aquí, y a cambio le permitieron escuchar todo aquello que está más allá. Mientras la familia se desplazaba por toda Varisia, Syeria crecía y aprendía a controlar su poder, a escuchar la voz de sus ancestros, a entender la voz de los dioses. Las tradiciones de la antigua y la nueva Varisia se hilan con la alegría de una danza en los primeros años de Syeria; querida y valorada, su madre y su padre le enseñaron el modo de vida de los auténticos Varisios, la sabiduría y el poder encerrado en la canción de la tierra, conocida por pocos y poseída por nadie. En sus viajes pudo conocer la testaruda y estoica vida de los Shoantis, profundamente enraizada en la tierra, y por ello profundamente triste; también los extraños modos de los extranjeros, que reclaman como suyo un lugar que apenas comprenden y del que no quieren aprender. Pero siempre, por encima de todo, estaba el antiguo saber; antes de cumplir los doce años, ya danzaba las profecías y cantaba con la voz de los antiguos, trayendo sabiduría y alegría a la familia.

Sin embargo, poco a poco, la voz de los ancestros fue guiando a Syeria más lejos de lo que la despreocupada existencia de los Linareia podía contener. Su conocimiento era demasiado vasto, sus profecías demasiado incómodas, su búsqueda demasiado grande. La vida que conocía y que tanto amaba no podía satisfacer a las fuerzas que la empujan en busca del antiguo saber que se esconde en las ruinas y monolitos de Varisia. Durante los años de su adolescencia se debatió entre la tranquila vida que conocía y el profundo conocimiento que estaba llamada a buscar; su familia fue contemplando el cambio que operaba en ella y, en un vano intento de retenerla, fue prometida con un destacado miembro de otro clan, un muchacho que ni tan siquiera conocía; sabiendo que desposarse con él la apartaría definitivamente del camino que le habían marcado los dioses, Syeria se despidió de sus seres queridos y abandonó el clan Linareia en busca de su propio sendero. Y aunque añora profundamente a su familia, no se ha arrepentido de la decisión tomada, aunque ni siquiera ella es capaz de decir si es porque aún no ha tenido tiempo para ello, o porque hizo lo era debido.


En los meses transcurridos desde entonces pocos son los lugares de Varisia que no ha visitado y escudriñado, siempre escuchando el viento y pretendiendo escuchar en él la melodía del conocimiento, confiando en que su llamada no la haya alejado de su familia para siempre, y esperando volver a ella cuando haya satisfecho su deber para con sus antepasados, volver a compartir de nuevo la alegría de su pueblo, esta vez habiéndose ganado el derecho a una vida tranquila entre los suyos.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Syera, prima hermana de Siena jajaja.